Las mujeres romanas acomodadas pasaban parte de su tiempo intentando mejorar su imagen con un buen cuidado de su cabello. De esto se ocupaban las ornatrices o sirvientas especializadas en el cuidado de la belleza. Con su trabajo conseguían que las señoras se vanagloriasen de una belleza más artificial que natural.
El pelo se lavaba con agua caliente y después se le aplicaban ungüentos para perfumarlos y darles brillo. Se cortaba lo necesario para poder llevarlo recogido. Llevar el pelo corto era signo de provocación e indecencia, mientras que suelto suponía abandono y descuido.
Las damas romanas también solían teñirse el pelo. Deseaban imitar a las esclavas apresadas en las guerras contra los germanos. También se lo rizaban, cubriendo la cabeza con tirabuzones mediante un instrumento llamado calmistrum, formado por dos tubos, uno hueco de metal, que se calentaba al fuego, y otro de menor tamaño en el que se enrollaba el pelo y se introducía en el tubo caliente.
Para fijar el peinado se aplicaba clara de huevo batida o goma arábiga con agua.
La mujer con cierta posición económica aumentaba el volumen de su cabellera con postizos o pelucas, ya que el pelo natural era insuficiente para hacer esos voluminosos peinados. También se utilizaban para tapar canas y calvicie.
Los complejos peinados con rizos, trenzas y postizos precisaban de numerosos alfileres llamados acus crinalis o agujas para el pelo. Solían realizarse con hueso, asta, bronce o marfil. A veces podían dejarse huecas para introducir perfume. Todas las acus crinalis presentaban un esquema similar compuesto por una cabeza muy bien definida, y el cuerpo alargado con extremo más o menos puntiagudo. Su diferenciación radica en la forma o decoración de la cabeza: lisa, esférica o tallada en facetas, y las decoradas tanto con temas geométricos como figurados (serpientes, piñas,..).
Aparte del uso para sujetar el cabello, también tuvieron otras utilidades como aplicar cosméticos sobre el rostro, maquillar las cejas con hollín humedecido, aplicar perfume, sujetar vestidos, etc.
Según la literatura clásica este utensilio también se usó como arma punzante o de tortura para castigar esclavos.
El Museo expone este mes, un acus crinalis ubicado habitualmente en la Sala de Arqueología. Es de hueso con la cabeza en forma de esfera y cuerpo de sección circular con un ligero engrosamiento en el centro. Pertenece a las piezas halladas en unas antiguas termas romanas, próximas a San Francisco de Olivenza, donadas al Museo por Margarita Navarrete en los años 80.