La cítara es el precursor de los actuales instrumentos de cuerda pulsada. Es un nombre genérico para una serie de cordófonos con varias cuerdas tensadas paralelas a la caja de resonancia. Su origen se sitúa en Asia en tiempos de nuestros primeros pobladores, y su uso se extiende desde Extremo Oriente hasta Centro Europa, donde es bastante popular.
Consta de una caja de resonancia de madera, plana y trapezoidal, en la que uno de sus lados forma ángulo de 45º aproximadamente, y el otro, un ángulo recto. Tiene 15 cuerdas (dos octavas) de metal, de diferente longitud, colocadas paralelamente a la caja. Se fijan en el lado rectangular con clavos, pasando sobre dos puentes de madera, situados en los laterales, sobre los que hay un listoncillo de metal, y se enrollan a unas clavijas ubicadas en el lado opuesto que sirven para afinarlas.
Se toca sobre las rodillas o en una mesa, donde el ejecutante puede observar mejor las cuerdas, que pulsa con los dedos o con el plectro o púa.
Esta pieza viene acompañada de una serie de partituras que se introducen entre las cuerdas y la caja facilitando al músico, por medio de una puntuación, la ejecución de la melodía.
Durante el s. XX se hizo muy popular y cualquier persona con cierta habilidad podía hacer una reproducción.
Fue donada al Museo por Natalia Jorge Píriz, en el año 2004.
Podéis escuchar cómo suena en este video: