Ya fueran de azar, de estrategia o de habilidad, los juegos eran una parte importante en la vida cotidiana de la antigüedad.
Uno de los más antiguos del mundo, del que disfrutaron durante miles de años muchas culturas, es el alquerque, perteneciente al grupo de juegos de molino, que cuenta con diversas variantes como el alquerque de tres, de cinco, de siete, de nueve y de doce.
Existen indicios de que es originario del Golfo Pérsico siendo practicado durante miles de años en Egipto y Oriente Medio. Una vez que los árabes invaden la Península Ibérica el juego se extendió a Europa, donde se hizo muy popular durante la Edad Media pudiéndose ver numerosos tableros tallados en sillares y esculpidos en piedra en Catedrales y Abadías de Inglaterra.
El Museo expone, en el mes de enero, un bloque de cuarcita en el que figura inciso un alquerque de nueve también llamado la Danza de los Nueve Hombres, Juego de los Nueve Hombres de Morris o Triple recinto. Fue hallado durante las obras de restauración y rehabilitación del Alcázar de Olivenza en 1986.
El dibujo o tablero se compone de tres cuadrados concéntricos unidos en la mitad de sus cuatro lados por líneas perpendiculares. Cada jugador dispone de 9 fichas, de color diferente para cada uno de ellos. El objetivo del juego es conseguir que el contrario acabe con sólo dos fichas sobre el tablero o no pueda realizar ningún movimiento por tenerlas todas bloqueadas.
Para ello, el fin inmediato es intentar hacer molinos (tres en línea) con las fichas propias, lo que da derecho a capturar o ‘comer’ una del contrincante.
El juego tiene dos fases diferenciadas; en la primera, cada jugador, en su turno, coloca una de sus nueve piezas sobre cualquiera de los puntos del tablero que están libres. Una vez colocadas todas comienza la segunda fase, durante la cual cada jugador, en su turno, mueve una de ellas a un punto adyacente libre a través de alguna de las líneas del tablero.
En ambas fases del juego, siempre que la ficha incorporada o desplazada completa un molino, esto es, una secuencia de tres fichas del mismo color situadas sobre los tres puntos de la misma línea (tres en raya), debe capturarse una ficha del adversario; ésta se saca del tablero y no puede volver a ser jugada.
Siempre que se forma un molino se realiza captura, incluso aunque éste se haya completado previamente y se repita de nuevo al retornar una misma ficha a un punto que ocupaba anteriormente. El jugador que realiza la captura elige libremente la ficha entre todas las del adversario que no forman parte de algún molino. En el caso de que todas las piezas del rival formen parte de un molino, elige libremente entre ellas.
Una vez que un jugador sólo dispone de tres fichas sobre el tablero, como consecuencia de haber sufrido seis capturas, puede desplazarlas libremente a cualquier punto del tablero, sin limitaciones de hacerlo tan solo hacia lugares adyacentes.
Hay dos formas de ganar: bloquear las fichas del oponente de forma que en su turno no pueda efectuar ningún movimiento, o bien dejarle con tan solo dos fichas, lo que hace imposible que pueda colocar tres en línea.
La partida puede acabar en tablas, bien cuando ambos jugadores mueven 50 veces cada uno sin que se realice ninguna captura, o bien cuando se repite 3 veces la misma posición de las fichas sobre el tablero.
Este juego de estrategia aparece mencionado o representado en la literatura y el arte. Así, podemos ver una ilustración en el Libro de los Juegos, de Alfonso X El Sabio, una mención en el Sueño de una Noche de Verano, de William Shakespeare y representado en la pintura Mujeres Jugando, de Massimo Campigli.