El desarrollo del turismo en España, desde la década de los sesenta, permitió que muchos grupos sociales pudieran veranear. Bien es cierto que los viajes de luna de miel o por razones culturales siempre han existido, pero para un grupo reducido, que se sentía motivado por sus ideas humanistas.
Instrumento inseparable de cualquier turista fue la maleta; la que exhibe el Museo en este mes fue utilizada, en la década de 1930, por el médico emeritense D. Facundo Solís y su esposa con motivo de su casamiento. Es una maleta realizada en cartón prensado y tablas de madera; su interior aparece forrado de papel estampado; tiene accesorios para colgar, correas para sujetar y compartimentos para guardar la ropa doblada. Su parte externa está forrada de tela; los bordes y asas son de piel, mientras que las esquinas se refuerzan con metal para soportar mejor los golpes.
Las maletas de los años 1930 al 1960 eran fundamentalmente de madera y cartón prensado (cartón piedra); Las primeras eran las más sencillas; no tenían forro y su cierre era muy básico, en muchos casos se ataban con el cinturón. Por su parte, las de cartón prensado se utilizaban para viajes de negocios, o para ir a visitar a la familia; eran más resistentes y ligeras, gracias a que llevaban reforzadas las esquinas en metal y los bordes con piel.
En nuestra localidad, el mayor número de maletas se adquirieron en tiendas como El Salvador o La Española, hoy día ya desaparecidas.