En tiempos pasados, uno de los quehaceres necesarios y fundamentales para la mujer era el arreglo, corte y confección de la ropa interior de los familiares, como asimismo de todas aquellas piezas que constituyen el ajuar de una casa.
La confección de tejidos era una labor a la que el hombre sólo aportaba la materia prima y algunos instrumentos de fabricación casera. El grueso del trabajo de transformación doméstica recaía sobre la mujer.
Para la fabricación de tejidos de algodón, lino, cáñamo y demás fibras textiles se emplean los mismos aparatos y todas estas fibras sufren las mismas operaciones desde que son recolectadas hasta que se preparan para ser hiladas. En esta actividad se utilizan instrumentos como ruecas, husos, madejadores y devanaderas, cuya función es retorcer las fibras y transformar la hilaza en hebras preparadas para la fabricación de tejidos.
La devanadera es la pieza elegida por el Museo para el mes de marzo. Este instrumento se emplea después de la madejadora que, como su nombre indica, convierte el hilo en madejas, que se cuecen con agua y ceniza, se lavan y se dejan secar al sol para blanquearlas. Es entonces cuando, una vez limpias, se devanan, es decir, se transforman en ovillos en la devanadera, una peana, que sostiene un eje, sobre el que gira un armazón; éste consta de dos cruces, la de abajo más grande y agujereada para que pase el eje, la superior más pequeña, con un espigón que monta sobre el eje. Los extremos de los brazos de ambas cruces se unen por cuatro varillas de madera, que sostienen la madeja. Gracias a un movimiento giratorio continuo, la devanadera transforma la madeja en ovillo.
Con la realización de los ovillos se da fin a un largo proceso para obtener el hilo. El siguiente paso sería tejer directamente con dos agujas o pasar al telar, el instrumento más completo de toda actividad textil, del que salen sábanas, camisas, toallas, paños, talegas, etc.
El desarrollo industrial y la emigración de las zonas rurales han provocado la pérdida de funcionalidad de todos estos aparatos, pasando hoy día a ser piezas de museo o decoración.