El mundo rural en la primera mitad del s. XX vivía fundamentalmente de la agricultura y la ganadería.
El acondicionamiento de los suelos es una tarea básica cuando deseamos mantenerlos como terrenos de cultivos productivos. La labranza es la primera operación en cualquier proceso de acondicionamiento, sin ella la siembra y germinación de las semillas se hace inviable, para ello se prepara la tierra de cultivo, volteándola mediante un apero denominado arado. Este útil, el más representativo de la agricultura, tiene varias funciones: remover y voltear la tierra, romper terrones, abrir surcos, enterrar la simiente después de la siembra, extraer frutos del suelo, etc. Es, así mismo, el útil que ha merecido mayor atención por parte de la investigación científica.
Los primeros arados fueron probablemente ramas de árboles con forma de horquilla, uno de cuyos extremos se utilizaba para cavar en la tierra, y el otro o los otros se usaban como mango. En un principio, el arado era tirado por personas, luego por bueyes o mulos, y en algunas zonas por caballos. Actualmente esta función la realizan los tractores.
Los antiquísimos dibujos que se hallaron en forma de pinturas y grabados rupestres son testimonio de que el arado fue uno de los primeros instrumentos usados por el hombre sedentario.
El arado que exhibe el Museo en la sala de utillaje agrícola es un arado romano o de madera. Tiene todas sus piezas de este material a excepción de la reja, la telera, las abrazaderas y las orejeras que son metálicas. Se compone de una reja lanceolada que se acopla a la telera y se apoya en el dental que es de sección cuadrangular salvo en la zona de la reja que es triangular. Lleva una prolongación vertical en su extremo donde va la esteva. Además cuenta con un agujero por donde se introducen las orejeras que, en este caso, es una sola barra de hierro curvada. Se ajusta con una cuña de madera del lado derecho. La telera, metálica y de sección rectangular, atraviesa el dental y se fija a la cama con dos cuñas de madera, un superior y otra inferior. Ésta última ajusta la reja que se introduce por el orificio de la telera. La esteva va unida al dental con unas abrazaderas metálicas. Es recta, de sección circular y se curva en la empuñadura formando un ángulo casi recto con el resto de la pieza. La cama es curva, va encajada en el dental y tiene sección circular. Se fija al timón con dos abrazaderas metálicas o velortas. Lleva un refuerzo metálico a cada lado en toda su longitud sujeto con clavos de cabeza redonda. El timón presenta también doble curvatura bastante suave. Es de sección circular y lleva en su extremo tres orificios o clavijeros para enganchar el yugo.
El arado romano se utilizó en gran parte de España hasta bien entrados los años sesenta, que es cuando el motor de explosión empieza a sustituir a los animales de tiro en las faenas agrícolas.