En este mes de octubre, cuando se celebra la onomástica de Nuestra Señora del Rosario, el Museo Etnográfico Extremeño González Santana expone, como pieza del mes, un romance de ciego o pliego de cordel dedicado a dicha Virgen, de la que era muy devota el pueblo de Olivenza, venerándose en el templo de Santa María de la Asunción, en la capilla del Evangelio, de donde desapareció.
Se denominan romances de ciego porque se componían en esta estrofa y lo solían distribuir los ciegos por las calles y plazas más concurridas. También se les llamaban de pliegos de cordel, pues su soporte era un pliego de imprenta doblado, que colgaba de una cuerda para exponerlo y venderlo. Estos romances fueron prohibidos por Real Cédula de Carlos III, y devueltos a la vida en el siglo XIX.
Su temática era muy variada, aunque con frecuencia se basaba en aventuras, crímenes, religión y superstición. Los temas se van adaptando a los gustos del público llano, hasta ocuparse, en su tramo final, de sucesos sangrientos y muertes en el patíbulo.
En el romance que se presenta, se reconocen introducción, desarrollo y conclusión. En la primera, se descubre un grabado de la Virgen del Rosario, mientras que en su parte inferior se alude al milagro que realizó el 1 de enero de 1859; el desarrollo de la historia, estructurado en versos de ocho sílabas con rima asonante en los pares, quedando libre los impares, nos presenta el suceso acaecido en la localidad de Villalba, provincia de Granada, en el que se recoge cómo una mujer dio muerte a su hija, echándole las culpas a su marido. Éste, por ser muy devoto de la Virgen del Rosario, se vio liberado de cualquier pena al conseguir que un niño de tres meses contara todo lo que su madre había realizado. Termina describiéndonos la muerte en el patíbulo de la mujer, como solicita perdón y a todos los presentes que rueguen por su alma.
En letra de mayor tamaño y en negrita, se recoge el hecho de que muchos Arzobispos y Obispos concedan 250 días de indulgencias a todo fiel cristiano que lleve con reverencia a esta divina señora.
Este romance se imprime por primera vez en Ronda, reimprimiéndose, en 1859, en Salamanca por José Atienza, cuya imprenta se encontraba en la calle de la Rúa, nº 45. Fue donado al Museo por José Mira Blasco en el año 2003.