En el Sudoeste de Inglaterra se localiza la ciudad de Bristol, que constituye uno de sus 47 condados. Su prosperidad está ligada a su puerto comercial.
En el siglo XVIII, en Gran Bretaña, la cerámica sustituyó al metal en la producción de vajillas por dos razones: la primera, la escasez de plomo y estaño; la segunda, el aumento del consumo de té y café en el país. Sobresalieron las fábricas de Bristol, Chelsea y Liverpool.
La loza de Bristol se caracteriza por su ligereza, realizada con pastas de pedernal o feldespáticas, siendo decorada con estampaciones. Su producción se realiza con moldes. La decoración se basa en estampaciones grabadas con tintas cerámicas aplicadas antes de la primera cocción, que luego se recubrían de esmaltes metalizados cobrizos. El óxido de cinc reduce la propensión a resquebrajarse y facilita la cristalización.
En Bristol se creó la Real Fábrica de Loza, que sirvió de inspiración a la que más tarde se constituyó en Sargadelos (Lugo).
En 1996 la Delegación de la Agencia Tributaria, en Badajoz, entregó al Museo Etnográfico de Olivenza, un total de 12 piezas, 10 jarras, 1 copa y 1 cafetera, que decomisó en la frontera de Caya. De ellas, como muestra, se expone esta jarra, de boca oblonga y pico vertedor elevado; cuerpo globular y cuello ancho. Opuesta al pico vertedor, asa sobreelevada, del borde a la panza, que adopta la forma de cisne. La decoración que presenta su cuerpo, recubierto de vidriado dorado o de reflejos, es pictórica a base de motivos vegetales azules, blancos y amarillos.