La madera es una de las materias primas más utilizadas en la larga historia de objetos realizados por la humanidad, gracias a su docilidad y la facilidad de su obtención. En muchas ocasiones el artesano que la practica no tiene conciencia de desempeñar un oficio sino cubrir sus propias necesidades con la materia y las herramientas que tiene más a mano.
Dentro de la cocina popular abundan los objetos realizados en madera: cucharas, cucharones, espumaderas, morteros, saleros, cuencos, platos, manos de pasapurés, de chocolatera, de mielera, etc.
El pan de consumo diario se amasaba en casa y se cocía en horno propio o se llevaba a cocer al horno comunal. En su elaboración intervenían un conjunto de útiles de carpintería monóxila, aquella que obtiene objetos de una sola pieza, sin ensambladuras ni construcciones con otras.
Los útiles principales en la elaboración del pan son la artesa y las palas. Pero unas piezas singulares en esta faena, cuya fabricación corre a cargo, generalmente, de pastores o de artesanos no profesionales, eran los sellos, necesarios para identificar y distinguir el pan de las diferentes casas, cuando se llevaba a cocer al horno comunal. Eran pequeñas marcas con las iniciales del propietario o algún dibujo personalizado, y los más sencillos se limitan a dibujos o letras en negativo que al presionar sobre la masa blanda dejan su impronta en positivo.
El Museo exhibe tres sellos de pan, dos de ellos con forma troncocónica y un asidero. Su decoración es un corazón tallado y una flor de cuatro pétalos. El tercero, de forma diferente, deja estampado en el pan una hoja.