El juguete, como toda manifestación cultural o artística, es un fiel reflejo de las inquietudes estéticas y de los cambios de mentalidad de cada época.
Aunque los juguetes básicos, sorprendentemente, no han variado demasiado, caso de coches, carritos, muñecas, pelotas, trenes, triciclos, etc., sí que lo han hecho las diferentes tecnologías aplicadas a los mismos: de la madera primitiva se ha pasado al cartón-piedra, posteriormente a la hojalata y, en la actualidad, al plástico, material que ha revolucionado de forma espectacular el mundo del juguete.
Las noticias acerca de los juguetes a lo largo de la Historia son muy fragmentarias, pero revelan la similitud de estos a través del tiempo, así como la presencia constante del animal, real o fantástico, como objeto lúdico.
Los animales siempre han tenido mucha atracción en los niños. Aunque hoy en día tienen menos contacto con ellos en plena naturaleza, por nuestra cultura eminentemente urbana, los observan y descubren en los zoológicos, en la televisión, en el cine.
Un juguete de gran importancia en todas las edades históricas es el caballo de madera o de cartón. Hay que tener en cuenta que hasta la aparición del ferrocarril y de los vehículos a motor, los caballos tenían gran importancia en la vida cotidiana, tanto del campo como de la ciudad, como transporte de personas y mercancías, y, además, el hecho de poseer un buen caballo era símbolo de un elevado status social.
En la Edad Media, el caballito era uno de los juguetes preferidos. Los testimonios gráficos muestran la variedad que había, desde un simple palo con la cabeza del caballo pintado hasta bastones con complicadas tallas que representaban distintas partes del cuerpo del animal.
A partir de finales del siglo XV aparece el caballito de cuerpo entero sobre una plataforma con ruedas.
En el XVII surgen los primeros caballos balancines, probablemente realizados por fabricantes de muebles, quienes emplearon los mismos recursos que en la fabricación de mecedoras.
En el XVIII, gracias al los avances de la ebanistería y las mayores posibilidades de las nuevas madera, más resistentes, los caballitos balancines se transforman, los detalles anatómicos son más realistas: ojos de cristal y crin y rabo de auténtico pelo de caballo, incluso los balancines se pintaban de verde simulando la hierba.
Por último, en el siglo XIX, se produjo un boom en la manufactura de los caballos balancines, ampliando su mercado. Aparecen entonces unos juguetes más baratos y que se podían adquirir fácilmente.
El Museo expone durante el mes de enero un caballo de cartón pintado, sobre una plataforma de madera con cuatro ruedas.