La caja de música es un instrumento mecánico que funciona por medio de unos dientes de acero afinados, ubicados en un cilindro giratorio o disco. Estos dientes vibran por contacto con un cepillo de metal impulsado por un mecanismo de relojería.
El antecesor de las cajas de música es el carrillón mecánico del siglo XIV. Se cree que una de las primeras fue realizada en Ginebra por el relojero Fabre en 1796 y consistía en un mecanismo cilíndrico de clavijas.
Podían ser de cualquier tamaño, desde las muy pequeñas que cabían en el bolsillo de una chaqueta, hasta las que llegaban a ocupar un espacio considerable en los hogares que podían permitírselas.
Durante el siglo XIX, la mayor producción se concentró en Suiza, como parte de la fuerte tradición relojera en ese país.
Hacia 1825 la producción de cajas de música estaba ya bien arraigada, algunas con peines sonoros de hasta 250 dientes que cubrían un registro de seis octavas.
El Museo expone este mes un ejemplar de madera sin decorar ubicado habitualmente en la Sala de Música. El mecanismo interior consiste en un rodillo o cilindro con un peine de dientes. Se activa mediante una manivela dispuesta en un lateral. En la parte interna de la tapa lleva una etiqueta manuscrita en francés en la que puede leerse el título de las cuatro melodías que contiene.