Sufrir porque hace calor es un problema que ha afectado a los seres humanos desde el inicio de los tiempos. Las opciones para solucionar esta situación son variadas: pararse a la sombra, tirarse al agua, o abanicarse con algo. Para esto último, los reyes antiguos empleaban esclavos.
Antes del aire acondicionado, la invención del ventilador fue brillante. Uno de los primeros ventiladores semi-mecánicos ya se usaba 500 años antes de Cristo en la India y Medio Oriente. Se trata del punkah, compuesto por un marco de madera cubierto de tela y colgado del techo, que funcionaba por medio de un sistema de cuerdas que era accionado por los sirvientes de la casa.
Las versiones mecánicas que ya no necesitaban de personas que los accionaran no surgieron hasta la revolución industrial.
Uno de estos primeros modelos apareció en 1832 y fue creado por Omar-Rajeem Jumala. Era un aparato formado por grandes aspas de metal o madera que eran impulsadas por ruedas hidráulicas. Se usaron principalmente en fábricas de carbón para refrescar el ambiente.
Cuando se introduce la energía eléctrica de forma masiva a finales del siglo XIX, los ventiladores eléctricos comenzaron a aparecer. Fue el señor Shuyler Skaats Wheeler, un aprendiz de Thomas Edison, el que en 1882 inventó el primero.
Después de este gran avance se fueron actualizando e inventando otros tipos de ventiladores, entre ellos podemos encontrar el ventilador de mesa, el de techo, de pared y de piso.
El Museo exhibe durante el mes de julio uno de mesa de los años 50 compuesto por un pie azul, cuatro aspas de aluminio cubiertas por un enrejado de alambre.
Fue donado al museo por Manuel Piñero Cascos en 1998.