Durante este mes y para conmemorar el Día Internacional de la Mujer celebrado el 8 de marzo, el Museo ha seleccionado como Pieza del Mes una tabla de lavar.
El cuidado de la ropa fue una de las labores asociadas tradicionalmente a la mujer.
No fue hasta la década de los años sesenta del siglo XX cuando el agua corriente y el saneamiento llegaron a las zonas rurales.
En estas condiciones, el lavado a mano era una faena difícil y pesada, especialmente en invierno cuando el agua estaba fría y provocaba la aparición en las manos de los tan temidos sabañones.
Esta tarea se reservaba a las mujeres de la casa, incluidas las niñas. Algunas se dedicaban a lavar también la ropa de otros por encargo.
El lavado de la ropa se llevaba a cabo en diferentes lugares, dependiendo de la casa y de la localidad. Cada pueblo aprovechaba los lugares que disponían de agua abundante, y, a ser posible, que corriera y se renovase. Así, se lavaba en el río, en acequias, en el hogar trayendo el agua de las fuentes y, por supuesto, en los lavaderos públicos.
En Olivenza se acudía a los más cercanos como los de La Rala y La Cuerna, o bien a otros más alejados como el de San Amaro o el de la Charca.
Uno de los utensilios usados para lavar a mano es la tabla escogida como Pieza del Mes. A lo largo de su superficie dispone de una serie de acanaladuras para frotar y un semicírculo cóncavo para apoyar el abdomen.
Este tipo de útiles podían ser fijos para el lavadero, en cuyo caso se hacían de piedra, granito o cemento. También, como en este caso, podían ir sueltos y solían fabricarse en madera, para uso doméstico colocados sobre barreños de zinc.
A pesar de ser una ardua tarea, tanto por las condiciones meteorológicas como por la postura forzada de rodillas sobre el suelo o sobre un cajón y el esfuerzo físico, el lavado de la ropa servía era un momento de convivencia entre mujeres, que aprovechaban para charlar, contar historias, hacerse confidencias y cantar.
Esta pieza fue donada por José Antonio Blanco Martínez en el año 2013.