La evolución de la Historia siempre se nos explica por siglos y parece que éstos la dividen. La idea de progreso se construye comparando épocas y el siglo parece ser el periodo de tiempo justo para estudiar una serie de fenómenos y así poder dar sentido a nuestro comportamiento.
La década de los 20 fue una de las más revolucionarias del pasado siglo, caracterizada por los cambios radicales que afectaron a todos los aspectos culturales y repercutió con fuerza en la moda. En estos años se produce la primera gran ruptura con la tradición femenina de faldas largas, vestidos incómodos y cinturas ajustadas por inhumanos corsés. La forma femenina adquiere un aspecto cilíndrico, dando paso al modelo característico de esta época, el de talle largo, a la altura de las caderas sin marcar la cintura.
En cuanto al pelo, también hay cambios. Por primera vez la mujer deja atrás las largas cabelleras y los complicados peinados. Se impone el corte a “lo garçone”; además, se diseñan sombreros acordes con la nueva imagen. El modelo más popular era el cloché, encajado en la cabeza, que adoptaba formas siguiendo el contorno de la misma.
El Museo muestra como pieza del mes un ejemplar de este tipo de sombrero. Está formado por pleitas de fibra natural, de forma semiesférica y pequeña ala recortada en la parte posterior. Una cinta de raso a listas recorre la parte inferior de la copa anudándose detrás con un lazo.
Hoy en día, las costumbres en el vestir no incluyen el uso del sombrero, usado únicamente para protegerse del sol, en los paseos al aire libre o en un evento especial.