La Real Academia de la lengua define la romana como instrumento que sirve para pesar, compuesto de una palanca de brazos muy desiguales, con el fiel sobre el punto de apoyo. El cuerpo que se ha de pesar se coloca en el extremo del brazo menor, y se equilibra con un pilón o peso constante que se hace correr sobre el brazo mayor, donde se halla trazada la escala de los pesos.
Se usa desde tiempos muy remotos, aunque su nombre sugiere que su forma definitiva así como su utilización, corresponde a los tiempos de la Roma Antigua. Principalmente se utiliza en el campo para pesar todo tipo de ganado, además de cereales.
La romana consta de una cabeza, una barra, tres ejes, tres alcobas, tres calamones, tres ganchos y un pilón. Las que tienen una capacidad de pesada entre cero y treinta kilos, además de las piezas citadas, también tienen un plato.
Al conjunto de piezas formado por la alcoba, el calamón y el gancho se la denomina “Asa”.
La cabeza o el brazo corto es el centro neurálgico de la romana. En ella están situados los ejes, los fieles, las alcobas, los calamones y los ganchos. La barra es el brazo mayor de la romana y en él se halla trazada la escala de pesos. Los ejes son las “varillas” que atraviesan la cabeza. La ubicación de los mismos es fundamental para su perfecto funcionamiento.
La alcoba es la pieza en la que entra el fiel cuando el peso está equilibrado. El calamón es la parte superior de la alcoba donde se introduce el vástago del gancho. Éste es el instrumento corvo y por lo común puntiagudo, que sirve para prender, agarrar o colgar lo que se va a pesar.
El pilón es la pesa que, pendiente del brazo mayor puede libremente moverse a cualquier punto marcado y determinar, según su mayor o menor distancia del apoyo, el peso de las cosas, cuando se equilibra con ellas.
Desde el s. XIX las romanas fueron quedando obsoletas y se sustituyeron por balanzas de muelles y, más adelante, electrónicas de lectura directa, mucho más exactas y precisas. El predominio de éstas ha arrinconado a aquéllas a ambientes rurales poco desarrollados.
Esta pieza procede de la finca Parapuños de Arriba, ubicada en la ciudad cacereña de Monroy. Fue donada por Ramón Aranguren en 1994. En la barra graduada se lee la inscripción Santos Cruz/ a. 1903.