Planchar es un menester cotidiano de lo más tedioso, aunque hoy en día disponemos de planchas eficaces, rápidas en calentarse y con gran potencia.
Los orígenes de la plancha son remotos. Se sabe que la utilizaron los chinos en el siglo IV para alisar la seda. Aún se conservan algunas estampas de este país en las que aparecen artefactos que, por su forma, podrían representar planchas rudimentarias provistas de un mango y calentados por medio de brasas.
En Occidente, las primeras planchas fueron alisadores de madera, vidrio o mármol que hasta el s. XV se utilizaron en frío. Estas primeras piezas se combinaban con el uso de la goma de almidonar, un material que no admitía el calor.
La palabra “plancha” no apareció en castellano, con el significado que hoy le damos, hasta el s. XVII. Fue en esa época cuando empezó a utilizarse de forma generalizada.
Las primeras planchas, generalmente realizadas en hierro fundido y macizo, se calentaban directamente sobre la trébede de la lumbre, de modo que era necesario disponer al menos de dos para trabajar con una mientras otra se calentaba.
Posteriormente los modelos de metal huecos, rellenos de brasas de carbón inauguraron una nueva etapa. Este tipo, como el que mostramos este mes en el Museo, tiene una caja de base triangular, con una tapa superior por donde se introducían ascuas o escorias calientes. Iban provistas de una chimenea y de un tiro como si se tratase de un pequeño hogar en miniatura para controlar el calor y su duración.
Durante el s. XIX, el desarrollo industrial de las técnicas de planchado ofreció nuevas y eficaces experiencias, utilizando como métodos de alimentación el gas, el alcohol o el agua hirviendo.
En 1882 apareció la primera plancha eléctrica. Habría que esperar varios años para que este proyecto fuese rentable en el ámbito doméstico, puesto que en aquellos años la red eléctrica no estaba plenamente extendida.
Con el tiempo su uso se generalizó y comenzaron a incluirse nuevas funcionalidades, como el termostato, en 1924, o el dispensador de vapor, en 1926.
Son muchos los años de historia que respaldan a este pequeño electrodoméstico. Todas estas innovaciones han dado un nuevo sentido al arte del planchado, convirtiéndolo en una tarea más fácil y mucho más llevadera que en los primeros años.