La tejeduría es el arte de convertir en tejido los hilos de toda clase de material textil, es decir toda tela producida por la combinación de la urdimbre y la trama. El telar es el instrumento más complejo de toda la actividad textil.
En España tenemos dos tipos atendiendo a la disposición de la urdimbre: telar horizontal y telar vertical. El que muestra el Museo procede de la localidad cacereña de Torrejoncillo y puede datarse entre mediados del siglo XVIII y mediados del XIX. Es del tipo horizontal o también llamado de bajo lizo o poleas. Consiste en un armazón de cuatro montantes de madera unidos entre sí por largueros horizontales en la parte superior e inferior y otros transversales que forman un conjunto rígido dando volumen al telar. Entre los dos montantes posteriores se sitúa un cilindro sobre el que van enrollados los hilos de la urdimbre previamente preparada. Cada hilo de ésta pasa por una malla llamada lizo cuyo objeto es levantar o bajar los hilos para que la trama pase a través de ellos. Luego pasa por el peine formado por láminas de caña o metal que aprietan cada pasada de la trama. El tejido terminado se pliega en otro cilindro rotativo, situado entre los montantes delanteros, que sirve para enrollar la tela ya tejida.
El telar se acciona mediante unos pedales de madera que separan los hilos de la urdimbre para que pase la lanzadera, con forma de barquilla, en cuyo interior se ubica la canilla con el hilo de la trama.
De ordinario se fabricaban con maderas duras, principalmente roble, castaño o encina. Las piezas deterioradas se sustituían por otras nuevas, de modo que al cabo de cierto tiempo, el telar original se había renovado casi por completo, sin dejar de ser el mismo.