Su nombre proviene del latín mortarium, no obstante fue un útil empleado mucho antes de que lo hiciese el mundo romano. Desde antiguo se utilizó no sólo en el hogar, para majar alimentos, sino también en botica. Se realizaban de diferentes materiales: madera, metal, cerámica, mármol, granito…
Fueron los pastores los grandes difusores no del mortero, sino de la carpintería monóxila, es decir, de la realizada para cubrir las necesidades propias o con el fin de hacer un regalo. Para ello aprovechaban lo que les proporcionaba la naturaleza; ellos ponían su gran imaginación y tiempo.
El objeto que exponemos es un mortero que proviene de Cáceres, de una sola pieza, realizado más que para cubrir las necesidades propias, para entregarlo como presente. Se talla a navaja, adquiere forma de cáliz y en él se descubren incisiones geométricas en la parte inferior y superior. Tiene seis gallones, aunque uno le falta. Lleva grabada en la copa la inscripción: Teodora García C Año 1950. Por su gran belleza y abundante motivos decorativos, es de suponer que éste tuvo una función más decorativa que funcional.