La historia de la humanidad va de la mano de la necesidad de tener un lugar en donde protegerse de las inclemencias de la naturaleza. Desde épocas remotas, el hombre ha buscado para ello, materiales accesibles que sean fáciles de utilizar y que proporcionen la mayor comodidad.
Es probable que la mampostería haya sido inventada por un nómada, hace unos 15000 años, cuando, al no encontrar un refugio natural para protegerse de las adversidades de la naturaleza, decidió apilar piedras para crear un lugar donde guarecerse. Sin embargo, como la transmisión de técnicas era muy lenta, o no ocurría, la “invención” seguramente tuvo que repetirse innumerables veces.
El proceso inmediato en el desarrollo de la mampostería debió ser la utilización del mortero de barro, que permitió no sólo apilar, sino acomodar o asentar con más facilidad, y a mayor altura, las piedras irregulares.
La unidad de mampostería fabricada por el hombre a partir de una masa de barro secada al sol, para sustituir a la piedra natural, debió ocurrir en lugares donde esta última no podía encontrarse.
En el cuarto milenio a. C., de la mano de los sumerios surgen la ciudad, la irrigación, la escritura, los números, la rueda y el molde. Este último constituido por un marco de madera elemental y rústico aún se emplea en algunos países. El molde es un avance sustantivo en la construcción de mampostería y en otras actividades, pues posibilita la producción rápida de unidades prácticamente iguales.
El Museo este mes, aprovechando el día 3 de mayo “Día del albañil” quiere rendir un merecido homenaje a este oficio exponiendo un molde, gradilla o marco para fabricar ladrillos. Se trata de una pieza de madera con dos huecos rectangulares y un mango para poder manejarla.
El ladrillo es uno de los materiales de construcción más antiguo, y su historia se remonta a los orígenes de la civilización. El ladrillo de barro se inventó entre el año 10000 y 8000a.C.; el moldeado se desarrolló más tarde, en Mesopotamia, alrededor del 5000a.C. Pero el mayor hito fue la invención del ladrillo cocido, aproximadamente en el año 3500a.C., que permitió la construcción de estructuras permanentes en zonas donde anteriormente no había sido posible.
Se considera el adobe como el precursor del ladrillo, puesto que se basa en el concepto de utilización de barro arcilloso para la ejecución de muros, aunque el adobe no experimenta los cambios físico-químicos de la cocción. El ladrillo es la versión irreversible del adobe, producto de la cocción a altas temperaturas. Su color varía dependiendo de las arcillas empleadas y sus proporciones cambian de acuerdo a las tradiciones arquitectónicas.
En la actualidad, las nuevas técnicas en la manufactura y el empleo estructural del ladrillo promete un apasionante futuro, lleno de diversidad y de posibilidades estéticas. Después de 10000 años, las perspectivas del humilde ladrillo siguen siendo excelentes.