Los exvotos son ofrendas dejadas por los fieles que han recibido un don o curación como agradecimiento y recuerdo. Pueden verse actualmente en centros de peregrinación, apoyados sobre las paredes o colgados del techo, objetos tales como muletas, ropa y todo tipo de enseres que representan el hecho desafortunado del que los creyentes se habían recuperado. El arte de los exvotos ha ido desapareciendo de las iglesias y santuarios católicos.
Después de rezarle a un santo por un milagro de sanación, el individuo contrata a un artista local para que haga una pintura, que se cuelga y expone en la iglesia local como un testimonio público de la fe del individuo y en señal de gratitud por la gracia recibida.
Los exvotos generalmente constan de tres elementos básicos: la ilustración representada del evento, la narración y la imagen del santo o deidad. Aunque han experimentado variaciones de forma a través de los tiempos, las características descritas siempre suelen estar presentes.
La imagen de una deidad acostumbra a estar en la parte superior de la pintura y, a veces, se rodea de nubes indicando la presencia celestial. En el centro se localiza la escena descriptiva de la enfermedad, la herida o accidente de la persona que sufrió la tragedia. Los elementos de la parte inferior son la narración descriptiva del dolor o del evento, incluyendo palabras de súplica al santo o deidad y la descripción del favor recibido.
El exvoto que se muestra como pieza del mes está pintado sobre madera, aunque también pueden encontrarse sobre lienzo u hojalata. El que se expone sigue los esquemas básicos: una deidad rodeada de nubes, el objeto que representa la muerte del santo (la sierra) y una leyenda que es prácticamente ilegible. En él se descubre la muerte de San Simón que, según cuenta la tradición, fue martirizado aserrándolo por el medio.
Esta pieza se incorporó a las colecciones del Museo mediante adscripción por decomiso, en julio de 1996.