A mediados del siglo XIX aparecen los medios de transporte de tracción mecánica, que acortarán distancias y simplificarán los viajes. En la década de 1830 se crea la primera línea de ferrocarril en Gran Bretaña, y a partir de ese momento se sucede la aparición de nuevos “ingenios”: barcos de vapor, automóviles, aeroplanos, etc. Es en esta época cuando se desarrolla el juguete de hojalata. Así, los modernos ingenios del transporte fueron, son y serán una fuente de inspiración para la creación de estos objetos del mundo en miniatura.
Para atender a un público exigente, como son los niños, los fabricantes no omitieron vehículo alguno: coches familiares, deportivos y de carreras, autobuses, taxis, tranvías, coches de bomberos y otros muchos.
La historia de los coches de juguete es uno de los mejores ejemplos de cómo los adultos transmiten su entusiasmo por la mecánica y la velocidad.
El Museo ha elegido como pieza del mes un coche de carrera de 1934. Se trata del bólido Silver- Bullet, también llamado Flecha de Plata, interpretación en miniatura del mítico automóvil que, en manos del norteamericano Kaye Don, logró el récord mundial de velocidad en el Lago Salado de los Estados Unidos a finales de los años 20. El juguete se convirtió en un gran éxito de ventas de la firma Rico antes del estallido de la Guerra Civil Española.
Con un mecanismo a cuerda con llave, el bólido lleva el nombre Silver- Bullet escrito en uno de sus laterales con letras rojas. En el par de alerones traseros, igualmente en rojo, aparecen las iniciales R.S.A. (Rico Sociedad Anónima).
La empresa Rico, dirigida por Santiago Rico Molina, anteriormente fabricante de muñecas de cartón en la ciudad valenciana de Onil, fue fundada en 1922. Santiago pertenecía a otra empresa juguetera denominada Verdú, Rico y Cía- La Hispánica Artística pero adquirió el control de la misma y le puso de nombre Rico S. A., con el que ha pasado a la historia.
Rico S.A y Payá Hermanos se convirtieron, durante los años veinte y treinta, en las principales empresas jugueteras españolas en la localidad alicantina de Ibi. Crecieron con rapidez, mejoraron técnicamente y trataron de igualar a la juguetería alemana, adquiriendo en aquel país su maquinaria más sofisticada.
Esta pieza que mostramos fue donada por Julio Píriz en 1991.