La imprenta fue inventada por el alemán Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV, siendo unos de los hitos más importantes de la historia de la humanidad, ya que hizo posible que el hombre común tuviese acceso a los libros y también, por primera vez, a la capacidad para acumular conocimientos, que hasta el momento habían sido privilegio de una élite.
Su nuevo y revolucionario sistema se basó en tipos móviles. En vez de utilizar las tablillas de madera empleadas con anterioridad y que se desgastaban con el uso, confeccionó moldes de madera de cada una de las letras del alfabeto y posteriormente los rellenó con hierro creando los primeros tipos móviles. Había que unir una a una las letras, que se sujetaban en un ingenioso soporte, tarea mucho más rápida que el grabado en madera y considerablemente más resistente al uso.
Como plancha de impresión, amoldó una vieja prensa de vino a la que sujetó el soporte con los tipos móviles, con espacios para las letras capitales y los dibujos.
Los trabajadores que “juntaban” las letras o tipos recibieron el nombre de cajistas o tipógrafos, derivado de la caja donde se guardaban. Ésta era de madera, de forma rectangular y dividida en departamentos o cajetines. Una muestra de estas cajas es la que mostramos durante el mes febrero en el Museo.
Pueden ser grandes, para tipo común de composición seguida; medianas, para letra de adorno y fantasía; pequeñas, para titulares de mayúsculas, y especiales, para filetes, viñetas y signos, además de para lenguas orientales.
La diversidad de tamaño de los cajetines en las cajas grandes y medianas se debe al mayor o menor uso que de ciertas letras hay que hacer en la composición. Cada una se organiza en caja alta, en la parte superior izquierda, en donde se colocan las letras mayúsculas; caja baja, en la parte inferior, que contiene las letras minúsculas, números, puntuación y espacios; contracaja, la situada en la parte superior derecha, donde se ponen las letras y signos de menos uso en la composición.
Estas cajas se guardan en un armazón de madera llamado chibalete, que tiene la parte superior ligeramente inclinada para sostenerlas durante el trabajo.
En Olivenza, es en la segunda mitad del siglo XIX cuando se tiene noticias de una imprenta, la de Rogelio Santos, ubicada en la C/ Ruperto Chapí, nº 9, donde se imprimió la biografía de D. Francisco Ortiz López, escrita por Pablo Blasco en 1895. Posteriores fueron las de José Rojo, ubicada en la Plaza de la Constitución, frente a la Cámara Municipal, quien imprimió El Pantano de Piedra Aguda y su utilización, obra redactada por Manuel Gómez Castaño, y la de Martínez Rengifo en la calle Moreno Nieto o de Baldosines.
La caja que mostramos como Pieza del Mes fue donada por los hermanos Licha Álvaro en 1994.