Mucho es lo que se puede debatir sobre el origen del mazapán. Existen precedentes en el siglo V a. C, cuando los cristianos elaboraban un producto similar con almendras y miel para celebrar la Pascua. No obstante, la versión más aceptada nos data su origen en el siglo VIII d. C, durante la dominación árabe, y asemeja la palabra mazapán con el término árabe mautha-ban, empleada para designar la figura de un califa sentado ya que, al parecer, este pueblo, una vez hecha la pasta, imprimían el relieve de una moneda con la efigie de un rey sentado.
Otros lo creen proveniente de Italia, en concreto de Venecia, donde el marcipane o pan de San Marcos era el dulce típico saboreado durante las fiestas del patrón, y para conmemorar un período de hambruna , en el que la falta de trigo motivo la elaboración de una especie de pan con almendras y azúcar que existían en los almacenes.
En Toledo, gracias a la herencia árabe y hebrea, junto al buen hacer de los conventos de monjas, se comenzó a elaborar un dulce de almendra y azúcar. La leyenda cuenta que fue en el convento de San Clemente donde se inventó, pues sus monjas, ante la necesidad de alimentos hicieron con almendra y azúcar, machados en una maza, un pan de maza. En la actualidad, esta ciudad y localidades aledañas se han convertido en sus grandes productores.
La primera receta de mazapán data de 1525.
La pieza que exhibe el Museo es una caja circular de cartón, de color blanco y tapa decorada con motivos floreales y arquitectónicos. Como se reconoce en la inscripción que va sobre dicha tapa, contenía mazapán de Toledo.