Las castañas, frutos ricos en almidón, se asocian al comienzo del invierno, empleándose en multitud de recetas. Su fórmula confitada, conocida por Marrón Glasé, es reconocida internacionalmente.
Durante los meses invernales, las castañeras, generalmente mujeres de avanzada edad que no disponían de recursos económicos, se ubicaban en las calles y plazas de la mayoría de pueblos y ciudades, donde asaban las castañas en un hornillo calentado con carbón, dispensándolas en un cartucho de papel bien cerrado para que no se enfriaran. Ellas eran el preludio de la Navidad, de hecho su figura aparece en los belenes.
La castañera es un personaje tan popular que incluso ha sido reflejada en nuestra literatura por escritores como Ramón de la Cruz o Carlos Arniches. Su presencia también se descubre en expresiones populares. Valgan como ejemplos dichos del tipo ¡eres una castaña! o ¡ sacar las castañas del fuego!
Para asarlas, se empleaban asadores de diversos tipos caso de los ambulantes, consistente en un pequeño hornillo y una sartén que se calentaban con carbón, o los que se utilizaban en las casas, de barro cocido o de hierro/ latón. Todos estaban agujereados para que penetrase el calor y se asasen las castañas. Los de barro tenían forma abombada y dos asas. Se calentaban colocándolos encima de las trébedes.
La pieza elegida, original de Asturias, es un asador de castañas doméstico, trabajado en hierro, con forma de tambor y una puerta en el lateral para introducir el producto. Solía colgarse del llar.