El abanico es una pieza que ha sobrevivido a los avances tecnológicos.
Tal como lo conocemos hoy, es un instrumento generalmente de forma semicircular que sirve para dar o darse aire. Pero el origen de este utensilio tan común es incierto y se pierde en el tiempo. Fue empleado por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos, según las abundantes reproducciones de este instrumento en sus representaciones artísticas.
La gran revolución en el mundo del abanico llegó cuando se hace plegable, en torno al s. VII de nuestra era. Se atribuye su invención a un fabricante japonés, que tuvo la idea al observar las alas de un murciélago.
En Europa, el abanico plegable aparece en el S. XVI, probablemente a través de Portugal, país que en aquella época mantenía una intensa actividad comercial con Oriente.
En principio era un objeto caro del que sólo las damas de alto linaje podían gozar. Pero pronto surge una gran industria abaniquera que, extendiéndose por toda Europa, copia y fábrica el modelo plegable. Así el abanico se populariza y puede ser adquirido por todas las clases sociales.
Se compone de dos partes principales: la superior, que se denomina país, y la inferior, llamada fuente, formada por una serie de varillas, que pueden ser de madera, plástico, nácar, carey, etc, rematadas en dos pinzas laterales más gruesas, mientras el clavo que une todo el abanico es conocido como clavillo.
El país es la tela, papel o cualquier otro material que sirve de membrana de unión entre las varillas. El motivo de este “país” es de lo más diverso, pudiendo ser pintado a mano (el ejemplar que mostramos como pieza del mes), impreso, o incluso bordado con telas y encajes. En los siglos pasados se plasmaban en ellos los acontecimientos sociales y políticos fundamentales para la historia de un pueblo, por lo que se les ha considerado como antecedentes de los periódicos.
Ha sido y es utilizado en mayor medida por las mujeres, aunque los hombres también usaban uno de menor tamaño que podían guardar en los bolsillos del gabán.
Siempre fue un leal compañero de la mujer en el arte de seducir. Totalmente perdido en la época actual, como medio de comunicación, el rico lenguaje del abanico jugó un importante papel en las relaciones humanas, más concretamente, en el flirteo entre mujeres y hombres. Este instrumento servía para pasar mensajes al galán que las cortejaba y así expresar sus deseos de manera discreta.
En España, debido a las condiciones climáticas, el uso del abanico ha perdurado, no sólo como elemento de adorno y moda, sino también por necesidad.
En la actualidad existe en Valencia una floreciente industria abaniquera que exporta a todo el mundo este precioso complemento.