Barbero es la persona que tiene por oficio embellecer y rasurar la barba de los hombres y, por extensión, el peluquero especializado en el género masculino. Esta profesión es antiquísima. Los monumentos antiguos representan a los egipcios rasurados y con el pelo cortado, y en los papiros se mencionan a los barberos como individuos que vivían exclusivamente de tal oficio.
En la segunda mitad del s. XIX, la barbería era uno de los puntos o lugares más importantes de cualquier zona rural o urbana en Extremadura, al igual que en el resto de España. El barbero, a causa del analfabetismo de la población, anunciaba su negocio colgando una bacía de hojalata o cobre sobre la puerta de entrada. Éste, además de barbero, era también sacamuelas, cirujano y sangrador, y a menudo se convertía en confidente y comunicador de buenas y malas noticias. Este personaje solía ser tan hablador que en nuestro lenguaje común ha permanecido la expresión “habla más que un sacamuelas”.
Los útiles del barbero eran pocos y sencillos. Entre ellos destaca la bacía, que podía ser de hojalata, cobre o cerámica. Se trata de una vasija semiesférica con base plana y ancho borde. Se usaba para remojar la barba de la persona que se va a afeitar. Presenta una escotadura semicircular que se ajusta al cuello para evitar que se moje.
Como curiosidad, el sombrero que escoge Don Quijote para llevar en sus andanzas es una bacía de barbero.