Pieza del mes de diciembre 2012: frasco de perfume Violeta Blanca
- administrador
- noviembre 30, 2012
En fechas navideñas uno de los regalos más habituales suele ser un frasco de perfume, en el museo contamos con una colección muy antigua, uno de ellos es el de Esencia de Violeta Blanca de J. Font y Cª.
El apellido Font es el primero en estar asociado al mundo de la perfumería que se instaló en Barcelona en 1823. Este industrial introdujo y fabricó en la ciudad algunas fórmulas procedentes de Francia, donde había vivido con anterioridad. Al mismo tiempo, se creó el Laboratori Farmacèutic Font, encargado de la elaboración y creación de los jabones, perfumes y polvos para maquillaje.
La historia sobre los orígenes de las fragancias es muy curiosa y larga. Los orientales descubrieron que la madera, las hojas, las hierbas y las flores, sumergidas en el agua, le traspasaban sus colores y sus fragancias. Más tarde aprendieron que, si calentaban los productos de origen vegetal, era más fácil extraer de ellos esencias oleaginosas perfumadas y bálsamos curativos.
A su vez, chinos, persas, egipcios y árabes hicieron experimentos similares; así comenzó una elaboración que actualmente ha adquirido una notable perfección técnica. En la antigüedad se interesaban sobre todo por las esencias fuertes como la mirra y el incienso. Los orígenes de los aromas perfumados está envuelto en un halo de misterio y de magia relacionándolos con las ceremonias religiosas quemándolos en los altares.
En la Biblia encontramos alusiones al uso de aromas sagrados: Judith se presentó a Holofernes perfumada con esencia de sándalo. Los ceramistas atenienses del siglo de Pericles (V.a.C.) modelaban vasijas para aceites aromáticos. En la Era Cristiana, recordemos a Magdalena lavando los pies de Jesús con esencias de Chipre y de Palestina mezcladas con sus lágrimas que le agregan una significación sagrada. Pero los Padres de la Iglesia consideraron que los perfumes incitaban a la molicie y censuraron su uso.
Los mercaderes venecianos suministraron a la industria occidental las materias primas que necesitaban: áloe, ruibarbo, ámbar, almizcle, sándalo y alcanfor. En el Renacimiento, la elaboración de perfumes llegó a su máximo desarrollo en toda Italia.