Para entender la tradición taurina de Olivenza es preciso tener en cuenta tres circunstancias fundamentales: en primer lugar, su magnífica plaza de toros, con un aforo de 5.400 espectadores y cuya inauguración se remonta a 1868.
En segundo lugar, la presencia en el término desde 1951 de la ganadería de la familia de D. Bernardino Píriz Carvallo, iniciada con un lote de vacas y un semental de Peralta.
Y en tercer lugar la figura Don Marceliano Ortiz Blasco (Olivenza 1937-1992). Este procurador en los tribunales y al mismo tiempo gran aficionado, plasmó su erudición en el diccionario Tauromaquia A-Z (1991), una de las herramientas más utilizadas por los estudiosos del mundo del toreo.
Difundió también su personalísima visión del arte de Cúchares a través de libros como Iniciación al arte del toreo (1984) y El arte taurológico (1989). Su labor periodística quedó recogida en la revista Toros 92, en la que estudió las distintas suertes del toreo y elaboró un coleccionable sobre la figura del toro bravo.
Estos tres factores, junto a la feria de marzo, que se viene celebrando desde 1990, han contribuido a convertir a Olivenza en una cita ineludible en el calendario taurino.
El cartel expuesto como pieza del mes corresponde a la feria de septiembre de 1951. Llaman la atención los precios de las localidades, que oscilan entre las 350 ptas. del palco con cinco entradas y las 15 de la entrada de sol. Como matadores, uno mejicano, otro venezolano y un tercero de Sevilla, de donde es también la ganadería. Amenizó el festejo, como no podía ser de otra forma, la banda de música La Filarmónica. Fue elaborado en la imprenta oliventina de Martínez Rengifo y donado al Museo en marzo de 2010 por su hijo Fernando Martínez Núñez.