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Tienda de Ultramarinos
Esta sala es una reproducción del modelo de escuela tradicional de primeras letras que hasta los años 50 del siglo XX apenas experimentó variaciones. Es de tipo mixto y en ella recibían la enseñanza, simultáneamente, niños y niñas de todas las edades, aunque lo más frecuente era que estuviesen separados.
El local solía ser una dependencia de una casa particular, no habilitada para este uso, por lo que muchas veces carecía de algunas condiciones elementales como ventilación y calefacción. Por ello, en invierno, los niños llevaban cajitas metálicas con un depósito interior en el que introducían algunas brasas para calentarse los pies.
Esta sala es una reproducción del modelo de escuela tradicional de primeras letras que hasta los años 50 del siglo XX apenas experimentó variaciones. Es de tipo mixto y en ella recibían la enseñanza, simultáneamente, niños y niñas de todas las edades, aunque lo más frecuente era que estuviesen separados.
El local solía ser una dependencia de una casa particular, no habilitada para este uso, por lo que muchas veces carecía de algunas condiciones elementales como ventilación y calefacción. Por ello, en invierno, los niños llevaban cajitas metálicas con un depósito interior en el que introducían algunas brasas para calentarse los pies.
Los maestros, a veces con la preparación indispensable, estaban muy mal pagados y su labor era muy poco reconocida, dependiendo de las contribuciones de los padres de sus alumnos para poder subsistir.
Por otra parte, la educación sexista consideraba la formación de las niñas como algo marginal, siendo suficiente a la mentalidad de la época el enseñarles aritmética para la buena
administración de la casa, algunas nociones de Historia Sagrada y, sobre todo, costura.
Bajo el control del maestro o la maestra, los niños se distribuían conforme a sus edades en dos grupos: los pequeños alrededor de una mesita baja, y los mayores, en torno a otra más grande con bancos corridos.
A la izquierda se muestra una pequeña colección de libros de texto y, en la vitrina, vales de premio y algunos trabajos manuscritos.
En el centro, material diverso, como reglas, lápices y acuarela; a la derecha, útiles de escritura: tinteros, libretas…
En los respaldos y asientos de las sillas, portalibros, carteritas de metal, costureros y bastidores, algunos con sus labores ya empezadas.
Ambientada a principios del siglo pasado, ofrecía un completo surtido de todo tipo de productos, desde zapatos hasta mechas para candiles.
Destaca el minucioso aprovechamiento del espacio y su distribución en dos áreas: una dedicada a los productos más cotidianos en la que pueden observarse los cajones de legumbres con marcaprecios de cristal esmaltado. Sobre el mostrador y el suelo, instrumentos de precisión: balanza, romana con platillo, pesas, un medidor de aceite y una báscula en el centro de la sala. Colgadas en las estanterías, medidas de líquidos de diferentes capacidades, fabricadas en hojalata.
Puede observarse una sección destinada a la degustación y venta de café, té y repostería, donde aparece una vitrina para dulces. En las baldas, distintos modelos de cafeteras y tostadores, así como batidores de masa, moldes, heladera, etc.
En los extremos de ambos mostradores se reconocen dos magníficos ejemplares de molinillos de café.