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Sala de Bordados
En el aprendizaje de las mujeres con cierta posición, tres obligaciones eran fundamentales: ser buena esposa, ser buena madre y ser diestra con el hilo y la aguja.
Entre las artesanías representadas destaca, en primer lugar, el encaje de bolillos, realizado sobre patrones de cartón flexible en los que se señalaba el dibujo. Luego era fijado con alfileres a las almohadillas o bolilleros. De estos últimos puede observarse una pequeña colección en las baldas de la pared. Los trabajos más comunes eran los cuellos y las aplicaciones para servilletas, pañuelos, mantelerías y sábanas.
Los bordados, en cambio, podían ejecutarse a mano o con máquinas de coser a pedal o a manivela, de las que se exhiben varios ejemplares.
Se exponen, también, tres tipos de bastidores: los redondos (utilizados en ambos casos), los cuadrados, y un ejemplar a pedal y de manivela.
Fuera de la sala, dos paneles muestran respectivamente varios modelos de calados hechos a máquina, así como muestrario impresos, algunos en color.
Como labores curiosas, una imagen de San José, realizada en parte con pelo natural o bordados al matiz realizados por una niña en 1844 o un curioso pañuelo cuya cenefa es el pentagrama de un pasodoble para piano.
También destacan unos Sagrados Corazones de técnica mixta, combinándose el bordado al matiz, al trapo y el dibujo sobre cartón en rostros y manos, así como algunos instrumentos auxiliares (planchas, soportes y humedecedores).
Complementa el mobiliario una sillería austriaca de madera curvada y asiento de rejilla con aplicaciones florales en los respaldos.