Figura clave en su vida fue el sacerdote Luis Zambrano Blanco, con el que colaboró en el socorro de los más necesitados en la dura etapa de la posguerra. Participó activamente en la vida parroquial de Olivenza, adornando los altares de la Magdalena y Santa María y solemnizando con el órgano los distintos cultos religiosos.
Fue, además, promotor del resurgimiento de las cofradías de Semana Santa en la ciudad, con las que colaboró desinteresadamente, contribuyendo a su engrandecimiento.
En 1968 pasó a dirigir la Casa Tutelar Nuestra Señora de Guadalupe, convirtiendo lo que había sido un reformatorio a la antigua usanza en un centro de puertas abiertas en el que se crearon talleres de oficios de los que salieron muchos trabajadores especializados.
Durante esta etapa de su vida se ocupó también del protocolo de numerosos actos civiles e instituciones, pasando a dirigir a finales de los años ochenta del siglo XX la Casa de la Cultura, Universidad Popular y Escuela Municipal de Música de Olivenza.
Simultaneó todas estas actividades con el coleccionismo, una de sus principales aficiones desde niño, cediendo todas las piezas de su propiedad a la ciudad de Olivenza para fundar el Museo que lleva su nombre.
Recibió en premio a su trayectoria la Medalla de Extremadura en 1991, en 1996 el nombramiento de Hijo Predilecto de Olivenza y en 2007 el reconocimiento de la Asociación Profesional de Museólogos de España