Categoría: Fondos museográficos

Foto traje policía Sáhara copia

Un traje de subteniente de la policía territorial del Sáhara, Pieza del Mes febrero 2008

La historia de este traje está unida a la de El Aaiún, capital de la República Árabe Saharaui Democrática, en la práctica administrada por Marruecos. En diciembre de 1975, tras la marcha pacífica de miles de marroquíes hacia el Sáhara, la conocida por Marcha Verde, se firmaron los acuerdos de Madrid por la que España cedió el territorio a Marruecos y Mauritania, aunque esta última renunció a su parte, anexionada por Marruecos.

Este traje, compuesto por camisa, corbata, pantalón y guerrera, perteneció a D. Luis Llera Píriz, capitán de marina. Está elaborado con un tejido muy fresco para soportar las altas temperaturas de esas latitudes. En el pantalón, de tejido caqui, figura el nombre del fabricante(Fernández), y el lugar(El Aaiún); en la guerrera, del mismo color, se reconoce el escudo de España con el águila de San Juan, la corona imperial, el yugo y flechas, además de el lema: Una, Grande y Libre. En su manga derecha aparece el escudo de la policía territorial del Sáhara, sobre el que figura un camello blanco sobre una media luna. Como texto se lee: POLICIA TERRITORIAL/SÁHARA/P.M.M./AAIUN. Sobre el hombro se descubre hombrera de plástico negro extraíble, con una estrella plateada de cinco puntas, distintivo de subteniente, ancla con la cruz de malta, corona y botón con estrella y media luna.

Foto cuerda de saltar copia

Un saltador o cuerda de saltar, Pieza del Mes enero 2008

Desaparecida la calle como espacio de encuentro, las ciudades se han convertido en un lugar inadecuado para los niños, y los parques, a partir de cierta edad, resultan poco interesantes para jugar. Si a esto unimos la jornada escolar, las actividades extraescolares, lo reducido de las familias, y la invasión de los productos de ocio “de consumo”, lo que se dice jugar, hoy en día se juega poco. Antes de existir la práctica del deporte reglado, los niños realizaban un intenso ejercicio físico espontáneo en la calle simplemente jugando a los muchos y diferentes juegos de tradición popular. Éstos han sido un medio de desarrollo psicofísico y de socialización que ha proporcionado deleite a innumerables generaciones de niños, antes de que el coche ocupara las calles, y la televisión su tiempo. Muchos de esos juegos son colectivos, lo que los hace muy convenientes para los niños de ahora, y muy especialmente para quienes pasan horas jugando a los videojuegos. Así podemos recordar algunos como el escondite, el pañuelo, el rescate, el balón prisionero, la rayuela, la goma, la comba, etc.

A este último juego, la comba, dedica el Museo la pieza del mes de enero. Lo hace mostrando un saltador o cuerda de saltar, de cortas dimensiones, con empuñadura de madera en sus extremos.

Conocido popularmente por juego de la comba e incluso de la soga es practicado principalmente por niñas. El único material necesario es una cuerda gruesa y muchas ganas de saltar. Puede jugar una persona sola, haciendo girar la cuerda sobre su cabeza y por debajo de los pies, saltando cada vez que pasa por debajo de estos. También pueden saltar dos personas al mismo tiempo y con la misma cuerda. Para esta modalidad no se necesita una cuerda muy larga. Si el juego se hace en grupo, dos personas tienen que dar a la cuerda y el resto (un nº indeterminado) son los que saltan. Entran en el juego por un extremo, se sitúan en el centro de la cuerda y saltan para después salir del juego por el extremo contrario al que entraron. Y así se salta una y otra vez, por turnos, de uno en uno, ya que habiendo saltado la última persona de la fila, vuelve al juego la primera. Cuando alguna falla, cambia su sitio por una de las que dan movimiento a la soga. En el juego de la comba existen muchas variantes y es habitual saltar al ritmo de sencillas canciones populares como “Al pasar la barca”, “Un, dos, tres: Pluma, tintero y papel”, “Al pasar por Toledo”, “Al cocherito Leré”, etc.

Este juego ha existido durante siglos en todo el mundo. Sin embargo, no se sabe el origen exacto como juego popular. Existen referencias de que en la antigua China era uno de los deportes favoritos durante la fiesta de año nuevo. Hipócrates (460-377a. d.C.), padre de la medicina, recomendaba saltar a la cuerda como una práctica de agilidad. Se han encontrado descripciones muy detalladas en escritos antiguos provenientes de las civilizaciones fenicias, egipcias y chinas. Hay numerosas ilustraciones que demuestran el carácter universal del juego tradicional de saltar con una cuerda. Así podemos citar, como ejemplo, el cuadro “Saltando a la comba, la Granja” de Joaquín Sorolla.

Todos estamos familiarizados con el salto de la comba como un juego infantil, pero también es un ejercicio de adultos por lo que no es difícil entenderlo como un deporte. Este tipo de ejercicio es uno de los más comunes para el entrenamiento de boxeadores.

La comba ha estado ligada a los patios de los colegios, parques, calles, etc. Con la incorporación de las nuevas tecnologías, este juego, como muchos otros, está siendo sustituido por videojuegos, consolas, teléfonos móviles, etc. quedando relegados a un segundo plano. Con la pérdida de estas prácticas lúdicas no sólo se está perdiendo el juego en sí, sino también multitud de composiciones del cancionero popular y muchas expresiones pronunciadas únicamente en el marco del juego infantil.

Bolso de mano copia

Un bolso, Pieza del Mes diciembre 2007

Desde el mundo romano hasta el siglo XIII el bolso más usado, tanto por hombres como por mujeres, fue el de tipo monedero, que se cerraba con un cordón.

En el siglo XVI las mujeres ocultaban sus objetos en los pliegues de la falda, en las mangas o bajo los volantes. Los pequeños bolsos se llevaban prendidos de la cintura. A finales del siglo XVII se impuso la moda Impero, más ajustada al cuerpo. Al no poderse llevar prendido al cuerpo, el bolso se independizó del traje, naciendo de este modo el bolso de mano.

Los materiales utilizados han sido muy variados: metal, cuero, seda, lana, palmito, paja de centeno, carey, pasta vítrea, oro, plata, tafetán, raso, terciopelo y un largo etcétera. Respecto a la forma, digamos que donde más se ha innovado ha sido en los bolsos de fiesta, tejiéndose de todas las formas posibles e imaginables. La decoración ha sido geométrica, vegetal, con escenas…etc.

El bolso que exponemos como pieza del mes data aproximadamente de los años veinte. Presenta forma semiovalada, con interior tejido de hilo negro; en su exterior, pedrería blanca y negra cosida; se reconoce doble asa de cordón negro y borlón inferior recubierto de pedrería con aro de tela.

11. Noviembre. Cartel publicitario.

Pieza del Mes noviembre 2007: Cartel publicitario

Un cartel es un mensaje virtual intencional en dos dimensiones, es decir, es una imagen fija manipulada y un texto para convencer, informar, seducir y agradar al receptor.

Tiene su origen en Europa en las últimas décadas del siglo XIX, a partir de la utilización de los medios de impresión litográfica a tres tintas (generalmente roja, amarilla y azul), que permitía gran cantidad de tonos y texturas. La capacidad de combinar la palabra y la imagen, convertían el cartel en un formato atractivo y económico por su repetición mecánica, haciéndolo muy popular. Conocidos dibujantes y pintores dedicaron una parte de su sabiduría a la confección de carteles. Quizá el más prestigioso sea Toulouse-Lautrec, que alcanzó fama y popularidad por el diseño de uno en el que promocionaba el famoso cabaret parisino Molino Rojo (Moulin Rouge).

Su nitidez y  capacidad de sugestión son algunas de las características que  lo hacen atractivo  a la hora de tratar de promocionar un producto comercial. La leyenda resulta imprescindible debido a que la iconografía gráfica no suele ser suficientemente descriptiva, por lo que  el aserto de que una imagen vale más que mil palabras  no parece fiable ni útil, siendo necesario que los carteles vayan acompañados de texto.

EL cartel, que también es conocido por su nombre en ingles póster, ha sido siempre un factor publicitario de primer orden que acercaba los productos comerciales al público, convirtiendo las paredes en pantallas fijas similares a las de la televisión, en la que encontramos una realidad estética que a su vez se transforma en cobertura de productos comerciales. Ha sido empleado en la decoración, el espectáculo, la política, el comercio, la industria, el deporte, la educación y la salud, etc.…

El que muestra el Museo es un cartel de cartón, de 39 cms de alto por 26 cms de ancho y promociona  “El Mercantil”, establecimiento de torrefacción en Badajoz durante los años 20 y 30. Su propietario, Ignacio Torrado, regentaba al mismo tiempo un café con el mismo nombre en la esquina de la plaza de España con la calle Zurbarán, conocido popularmente como Los Chinos por su decoración oriental. Según las fuentes consultadas, el tostadero se encontraba en el mismo café, y junto a otros establecimientos como La Cubana, El Gallo, La Estrella y El Shangai llegó a hacer famoso el dicho de “Badajoz huele a café”.

En general, la función y el aspecto del cartel han cambiado durante el último siglo. Hoy en día continúa su evolución a través de los nuevos soportes que están revolucionando la manera de comunicarnos en el siglo XXI.

Acerico copia

Un acerico o alfiletero, Pieza del Mes octubre 2007

La palabra acerico proviene del latín facius y no es más que una almohadilla donde se clavan alfileres y agujas, con objeto de tener estos objetos a mano, para que no se pierdan.

Emilia Pardo Bazán, en su cuento Primer Amor, no habla de los acericos de raso descoloridos que encontró la protagonista rebuscando en los cajones del dormitorio de su tía.

Estos alfileteros se hacían cortando dos trozos de tela simétricos de diferentes formas geométricas. Para ello se empleaba tela de lana, algodón o satén. Una vez cortados se cosían por tres lados y se les daba la vuelta para rellenarlos con algún material en el que fuera fácil clavar los alfileres, caso del serrín, paja o tela; a continuación, se cerraban. El alfiletero se decoraba bordando el trozo de tela en el que se clavaban los alfileres. En ocasiones se le ponía una cinta de raso o puntilla para decorar el borde. La decoración y la tela utilizada eran de gran valor artístico.

El acerico que exhibe el Museo como pieza del mes está fechado en 1900; se encuentra labrado en raso azul, bordado en varios colores y rematado el borde con puntilla.

Actualmente toda persona que cose o practica patchwork tiene en su mente los últimos modelos de complementos de costura, entre ellos el acerico, que adopta formas variadas, imitando aves, animales, flores y otros objetos, caracterizados algunos de ellos por su magnetismo.

Foto copia 7

Un cuento de calleja, Pieza del Mes septiembre 2007

De las personas cuya imaginación les lleva a fantasear la realidad de forma intencionada o no, suele decirse que “tienen más cuento que Calleja”. El origen de esta expresión alude a la figura de Don Saturnino Calleja Fernández (1855-1915) natural de Burgos. Su padre, Fernando Calleja Santos, fundó en 1876 un negocio de librería y encuadernación, en Madrid, que fue adquirido por Saturnino en 1879, convirtiéndolo en la mítica Editorial Calleja. Ésta se distinguió por la publicación de gran cantidad de libros de carácter pedagógico y recreativo. Los libros de pedagogía eran entonces escasos, malos y caros. Calleja editó otros basados en las más modernas tendencias pedagógicas europeas. Los llenó de bonitas ilustraciones y los repartió (a veces a costa de su bolsillo) por las entonces paupérrimas escuelas de los pueblos de España. Además publicó libros de texto, literatura clásica, diccionarios, atlas, libros de medicina, higiene, derecho, etc.

Los maestros españoles estaban menospreciados (triste la frase “Pasar más hambre que un maestro de Escuela”). Saturnino fundó y dirigió la revista La Ilustración de España, en cuya cabecera decía: “Periódico consagrado a la defensa de los intereses del Magisterio Español”. Su primer número salió a la calle en junio de 1884. Aquella revista iba acompañada por el boletín El Heraldo del Magisterio, con los mismos fines y las mismas firmas. También creó la Asociación Nacional del Magisterio Español y organizó la Asamblea Nacional de Maestros. Con todo ello se convirtió en el líder indiscutible de los Maestros españoles.

Pero, sobre todo, Saturnino Calleja fue conocido por su ingente producción de cuentos infantiles. Nuestro Museo muestra este mes La Caja de Cerillas; de portada a color, en su interior se ilustra con tres bellos grabados en blanco y negro. La editorial contó con una legión de grandes dibujantes de la época, que llenaron con sus ilustraciones, de magnífica calidad, cada edición de sus cuentos, destacando, sobre todo, Salvador Bartolozzi.

La Editorial Calleja supuso, con su puesta en marcha hace ya más de un siglo, una revolución en el mundo de la literatura infantil y juvenil. Así en una época, como fue finales del s. XIX, en donde la tasa de analfabetismo y la poca renta para acceder a la cultura eran escollos insalvables, la Editorial Calleja creó estos relatos de fácil manejo, que fueron vendidos a unos precios asequibles. Se escribieron y se vendieron a miles de tal forma que se instituyó el famoso dicho popular Tienes más cuento que Calleja.

La línea editorial de Calleja supo aunar el aprendizaje con la diversión. Las situaciones que se narran están llenas de espontaneidad e ingenio y suscitan la hilaridad en el lector. Estas historias huyen de moralinas pegajosas aunque sí fomentan las buenas costumbres y la ejemplaridad.

Los cuentos de Calleja tienen letra pequeña,  algunas ilustraciones en blanco y negro y un contenido divertido, siendo su lectura amena y rápida. Algunos ingeniosos y originales títulos  como Triquiñuelas, ¡Abracadabra!, El tío Zanguano, La Alcuza Malaschinches, Los polvos de Don Perlimplín, Las tres preguntas, Chin-Pirrí.Pi-Chín, etc. seguro que traerán más de un recuerdo a muchos de nuestros lectores.

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Una nevera, Pieza del Mes agosto 2007

El antecesor del actual frigorífico era un armario de madera, aislado, en el que había un compartimento superior, donde se colocaba la nieve, de ahí el nombre de nevera; en la parte inferior se introducían los alimentos.

Antiguamente la nieve se conseguía de pozos construidos para tal fin. En nuestra localidad se ubicaba en la Coutada do Ventoso, próxima a Ramapallas. De él dice González Rodríguez en su artículo de Ferias y Fiestas de Olivenza, del año 1996, que por sus propiedades y estructuras es una obra única en su especie. Edificado entre 1845 y 1855, presenta muros de más de un metro de espesor, cúpula de 5´50 metros de diámetro y altura de unos 10 metros. En ellos se almacenaba el producto en capas de 40-50 cms de grosor, separadas entre sí mediante paja.

La nevera o frigorífico, tal y como la conocemos hoy día, tiene sus orígenes con Jacob Perkins, quien patentó la máquina de comprensión de vapor en 1834. No obstante, los primeros frigoríficos domésticos aparecieron, en 1911, en Fort Wayne, Indiana, de la mano de General Electric Company, aunque su producción en masa no empezó hasta después de la 2ª Guerra Mundial.

La pieza que exhibe el Museo presenta puerta frontal, por donde se introducían los alimentos, y otra superior, donde existía una bandeja para depositar la nieve.

sombrilla copia

Una sombrilla años 20, Pieza del Mes julio 2007

Los diccionarios y fuentes literarias recogen el término quitasol para referirse al objeto que protege del sol. Así, María Moliner registra la voz sombrilla como utensilio de la forma de un paraguas, generalmente de telas de colores vivos y con dibujos usado para protegerse del sol. Incluso, en El Quijote, Cervantes no renuncia  a la presencia de este objeto en uno de los episodios.

El origen de la sombrilla nos conduce a Oriente. Desde allí llegó a Europa probablemente a través de los jesuitas.

Independientemente de su carácter utilitario, la sombrilla se presenta como un objeto de destacado valor estético, ya que tanto la cubierta como el bastón requieren una cuidada elaboración en la que intervienen diversos y delicados materiales. Aunque en su origen el parasol fue usado por hombres y mujeres, a partir del s. XVIII se destina exclusivamente para uso femenino. Sin embargo, durante todo el siglo XIX se generaliza y se hace inseparable del traje al que acompaña, evolucionando de forma paralela.

Las normas de elegancia y del decoro a lo largo del s. XIX se ocuparon de regular el uso de la sombrilla. En el caso de hacer una visita, la sombrilla no se dejaba en la antecámara, mientras que los paraguas sí, aunque estuvieran secos.

Además de las normas de conducta debían tenerse presente otros aspectos asociados a la elegancia. La sombrilla debía elegirse de acuerdo al conjunto del traje y sobre todo seleccionar un color que sentara bien al rostro, sin olvidar la armonía entre este instrumento y el sombrero. Junto con el abanico y el pañuelo, la sombrilla contó con su propio lenguaje: todo un código gestual, expresión de distintos estados del alma e instrumento al servicio de la seducción más atrevida.

A partir de los grabados de moda de principios del s. XIX se puede seguir la evolución de la sombrilla; las hubo pequeñas y grandes, con mangos cortos y largos, con fondo ocultando la estructura, con encajes, volantes, fruncidos, pasamanerías, plumas, etc.

En 1910 la moda impuso sombreros grandes, y aunque su uso no perjudicó el triunfo de la sombrilla, fue necesario modificar su forma para que no deterioraran los tocados. A partir de esta fecha se observa una notable influencia oriental en los parasoles, caso de la cubierta plana, bastante más práctica. Poco a poco esta tipología se impone y los mangos se acortan. Sombrillas de algodón, en cretona estampada de vivos colores resultaron las más vistosas durante la década de los años veinte. A este período pertenece la que el Museo exhibe este mes. Consta de 16 varillas cubiertas por tejido de algodón con estampado de flores en tonos malva, rosa y granate. El bastón se remata en una empuñadura con motivos vegetales tallados. Procede de la localidad cacereña de Monroy.

Máquina de coser copia

Una máquina de coser, Pieza del Mes junio 2007

La acción de coser data de muy antiguo. Hace unos 40.000 años esta labor se realizaba con agujas de hueso o marfil; a lo largo de las diferentes etapas de la historia se emplearon otros materiales. La Revolución Industrial trajo consigo la mecanización del sector, no obstante  coser a mano siempre ha existido, de la mano de sastres y costureras, quienes agrupados en gremios, solían desarrollar su labor en una de las dependencias de su casa.

En 1830  un sastre francés Barthelemy Thimmonier  dio vida a una máquina de coser  que podía dar doscientas  puntadas por minuto.

Las primeras máquinas carecían de pedal, siendo accionadas con la manoa. Con el tiempo se les acoplaría dicho pedal.

En cuanto a su diseño digamos que difiere según los países de origen y la moda del momento. Así, la casa  Seidel & Naumann, presenta una forja un tanto barroca y un mueble en forma de violín, mientras que la creada por Jones Serpentine imita el cuerpo de una serpiente.  A esta máquina   se le  incorporan accesorios para hacerla más manejable y transportable, caso del mueble de madera y el  pedal.

En España tuvo su momento álgido tras la Guerra Civil, convirtiéndose las amas de casa en importantes productoras de ropa para toda la familia.

El Museo expone como pieza del mes este ejemplar de la casa SEIDEL&NAUMANN. Bruno Naumann comenzó a producir máquinas de coser en Dresden, Alemania, en agosto de 1868. Para expandir su empresa contó con la ayuda financiera de Emil Seidel, desde 1872. Aunque la unión fue corta, el nombre de la marca permaneció inalterable y en continua expansión, valga como ejemplo que en 1906 produjo unas 100.000. La que se exhibe es de color negro, decoración dorada, rueda a la derecha y dos portabobinas. Apoya sobre mesa rectangular con dos cajones y plataforma abatible en su lado izquierdo, sostenida por patas de hierro. Presenta rueda y pedal inferior, así como una tapa con el nombre de la casa comercial.

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Un bastón-estoque, Pieza del Mes mayo 2007

La definición que el diccionario hace de bastón es: Vara de una u otra materia, por lo común con puño y contera, y más o menos pulimento, que sirve para apoyarse al andar. La vara, el cayado y el garrote han servido para apoyarse no sólo físicamente sino también moralmente. La vara de mando es tan antigua como las civilizaciones de Egipto y Mesopotamia. Representando autoridad, era complemento indispensable de algunos uniformes y personajes.

El bastón ha tenido desde antiguo todo tipo de usos y funciones: desde la más conocida, que es servir de ayuda al cuerpo que anda cansado hasta la de arma de defensa. En la actualidad está muy generalizado y se lleva como adorno o por comodidad, excepto los que representan una jerarquía civil o militar.

Este objeto tuvo su época dorada a finales del s. XIX y principios del s. XX, pudiéndose agrupar en tres categorías: de paseo, profesionales y de armas.

Dentro de este tercer grupo podemos encuadrar la pieza elegida por el Museo para el mes de mayo. Se trata de un bastón-estoque realizado en caña y madera que guarda en su interior una larga hoja de acero con decoración y leyendas grabadas en ambas caras: NO ME EMBAINES [sic] SIN HONOR / NO ME SAQUES SIN RAZÓN.

La construcción de los bastones-armas se inició a comienzos del s. XVI especialmente entonces ocultaban armas blancas, cuchillos o espadas, reconvirtiéndose en el s. XIX en armas de fuego. Como dato curioso podemos decir que el bastón-estoque se menciona ya en El Quijote, en el capítulo 21: Donde se prosiguen las bodas de Camacho, con otros gustosos sucesos.

Esta modalidad de bastón es más frecuente de lo que se pudiera imaginar. Tradicionalmente se ha considerado un arma “elegante”, quizá por su uso en películas que hoy son consideradas clásicas, como Gilda, pero su uso no deja de ser peligroso, aunque no más que cualquier sable, florete, catana o similar.